Opinión

El maltrato del Gobierno a la Biblioteca Nacional: presupuestos “irrisorios”, inundaciones periódicas y pésima gestión

Las imágenes de la institución inundada pesarán en el balance del mandato de Urtasun

  • Biblioteca Nacional de España

Todos sueñan cambiar el mundo, pero nadie quiere fregar los platos. Este aforismo conservador describe a la perfección el enfoque del ministro de Cultura del actual gobierno de Pedro Sánchez, Ernest Urtasun. Desde que asumió el cargo, se ha dedicado a surfear conceptos grandilocuentes como “descolonizar los museos”, “combatir a la extrema derecha” o liquidar el prestigio de la tauromaquia, que él considera tortura, motivo por el que suprimió el Premio Nacional de Tauromaquia. No brilla Urtasun el la gestión de los conflictos cotidianos, como las inundaciones de la Biblioteca Nacional en Madrid, frente a las que ha reaccionado tarde y de manera mezquina, culpando a su antecesor, Miguel Iceta.

José Guirao, el mejor ministro que de Cultura que ha tenido el sanchismo, además del que mayor experiencia gestora atesoraba, se negaba a hacer valoraciones negativas de sus predecesores o antecesores. Urtasun muestra un perfil muy diferente: “Nosotros cuando llegamos al Ministerio encontramos toda una serie de desperfectos en la cubierta. Hemos estado actuando con celeridad desde el primer momento. Hemos invertido ya más de dos millones de euros en distintas actuaciones”, se excusaba. Para calmar los ánimos, agitados por las crudas imágenes de las salas inundadas, anunció la realización de un estudio para ver si el alcance de las actuaciones necesarias debe ser más amplio.

Las criticas no han venido solo de la derecha, como puede comprobarse en un durísimo comunicado del sindicato UGT, que se ceba en la falta de previsión del Ministerio. Publicado el lunes 21 de octubre, el texto hace un juego de palabras sabiniano al denunciar que las goteras son “la gota que colma el vaso” en la mala gestión de la administración durante años. “Desde unos presupuestos irrisorios, que no pueden abarcar las necesidades de mantenimiento de la Biblioteca Nacional, pasando por el beneplácito del Ministerio de Cultura, que no se interesaba por esta institución más allá de la imagen que la dirección de la BNE y su equipo querían exportar a la sociedad, y llegando a unas direcciones generales que por extraños motivos logran antes una financiación de fondos europeos de millones de euros para construir un nuevo salón de actos, un jardín y una cafetería a pie de calle, que para evitar que lo que está detrás de la fachada no se hunda, el resultado es el anuncio de una dolorosa agonía de esta institución cabecera del patrimonio bibliográfico español”, destacan.

Floja versión oficial

Más madera: el sindicato pone en duda la versión oficial, a la que se remiten y se aferran todas las fuente cuando Vozpópuli ha llamado para indagar en los detalles. “Desde UGT denunciamos que si personas como el director de la Biblioteca son capaces de decir que ‘el agua consolida las fibras’, como si periódicamente regásemos los libros, o que la zona afectada son ‘libros modernos, los de los ochenta del siglo pasado’ como si estuviera en una biblioteca de barrio, sin la menor perspectiva de conservación para lectores de años y siglos venideros, algo muy serio está fallando en los responsables del Ministerio de Cultura y exigimos al  señor Urtasun que actúe en consecuencia”, subrayan.

"Los responsables han transmitido un aimagen de modernidad cuando las instalaciones han superado con creces su vida operativa", denuncia un Premio Nacional de Conservación

Seguramente las palabras más duras de estos días han llegado de parte de Arsenio Sánchez Hernampérez, Premio Nacional de Conservación y Restauración en 2013. Lo primero que destaca el experto es que las inundaciones “no fueron resultado de la mala suerte o de una imprudencia sino consecuencia de la falta crónica de medios con los que debe afrontar sus funciones la que es cabeza del sistema bibliotecario español”, explicaba en el diario ABC. Luego se ponía en lugar de Emilio Zola y proclamaba lo siguiente:  “Acuso a los ministros de Hacienda que han maltratado a la institución con presupuestos ridículos que apenas cubren sus necesidades más básicas. A pesar de ser una de las diez bibliotecas más importantes del mundo, su presupuesto representa el 5% del que dispone la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, el 12% del de la Biblioteca Nacional de Francia o el 19% del de la Biblioteca Británica. Esta falta de solidez económica ha degradado sus instalaciones hasta el extremo de comprometer la integridad de los 34 millones de libros y documentos que alberga e impide el desarrollo de las políticas bibliotecarias de las que es responsable, condenándola a una dolorosa irrelevancia en el escenario bibliotecario internacional. Este abandono, que también afecta a otras instituciones excelsas de la cultura española como el Archivo Histórico Nacional, explica que, a pesar de su potencial cultural y económico, nuestro país ocupa posiciones alarmantemente retrasadas en los indicadores de ciencia y tecnología”, denuncia.

Más madera: “Acuso al Ministerio de Cultura de España, que en los últimos treinta años ha obviado a la Biblioteca Nacional como una de las joyas más preciadas del patrimonio cultural de nuestro país, ha relegado su función a la de generadora de exposiciones y la ha reducido a ser el espejismo digital de un fondo que se deteriora lenta y silenciosamente Acuso a los ministros que han nombrado direcciones generales ajenas a los problemas del centro, sus trabajadores y sus fondos. Direcciones que han pasado por alto el estado de los edificios y que han mirado hacia otro lado sin querer ver su progresivo deterioro. Directores que han transmitido una imagen de modernidad cuando, en realidad, las instalaciones han superado con creces su vida operativa y se mantienen a duras penas porque su sustitución parece inviable por su alto coste”. ¿Queda algo por decir?

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