La hoja de ruta que siguen los maquinistas del Alvia Madrid-Ferrol incluye un auténtico desafío de pericia justo antes de la curva en la que tuvo lugar el trágico accidente del pasado miércoles, en las cercanías de Santiago.  Las directrices para esta línea marcan que los trenes deben llevar una velocidad de 220 kilómetros por hora hasta el punto 84,23 para en algo menos de 800 metros a 80 kilómetros por hora, con el fin de afrontar la curva de A Grandeira. Una brusca frenada para la que, además, sólo hay unos doce segundos.