Comienza la temporada de realities. ¿Otra vez? En realidad no, pero con algo tienen que rellenar los días las cadenas de televisión. Un reality es la mejor opción. Genera tramas, atrae a la audiencia, sale económico y es una cantera ideal para nuevas estrellas. Pero, claro, aunque parezca lo contrario, no todo vale. Repasamos los que esperamos con ganas y esos otros que no pasaría nada porque no volviesen.

Lleva menos de 15 días en marcha la tercera edición de Gran Hermano VIP en Telecinco, una versión del concurso de convivencia en el que todo se ve y se oye que se diferencia del original en que son famosos los que habitan la casa de Guadalix de la Sierra y no ciudadanos anónimos.

La boda del año está al caer en las televisiones estadounidenses. Kim Kardashian se dará el sí quiero definitivo con el padre de su hija North delante de millones de espectadores. Aunque en España el formato de reality show ha tardado en llegar, poco a poco se va instalando en nuestras pantallas y nuestras celebrities muestran su vida al completo en sus propios realities.

¿Cuántas veces hemos dejado de ver un programa porque alguno de los protagonistas nos cae mal? Este peligro se acentúa en el reality, que siempre busca personalidades y situaciones extremas que puedan dar espectáculo… y a veces se pasan

Pocos eventos sociales levantan tantas emociones encontradas como una boda, pero absolutamente nadie se libra de asistir a ellas con relativa frecuencia. Por eso no es de extrañar que estos programas tengan su propio subgénero dentro del reality.