La imagen general del ecologista es de un tipo barbudo que, aunque un poco pesadito, es en general un buenazo que intenta con sus buenas acciones y con su ejemplo que el planeta sea un sitio mejor. Tiene un perro y una huerta. ¡Pobrecito idealista! Pero hay otro tipo de ecologismo en el que el buenismo está fuera de lugar. Son guerrilleros que mediante sus acciones directas hacen todo el daño posible a los que se saltan las leyes ambientales internacionales. Hunden barcos, sabotean industrias y dan la cara: Sea Shepherd es el mejor exponente.