El presidente ruso Vladimir Putin dijo hace poco que el arsenal militar de su país se va a ver reforzado con la puesta en servicio de unos cuarenta misiles balísticos capaces de transportar cabezas nucleares. He ahí por qué plantearse que las relaciones de Occidente con Rusia cada vez se parecen más a las de la Guerra Fría. Vuelve a acechar, por tanto, la sombra de la guerra nuclear. Para semejante catástrofe, la humanidad no está preparada, y eso que en los años de mayor tensión entre potencias capitalistas y el mundo comunista proliferaron los búnkeres antinucleares.