Opinión

¿Qué fue de la fortuna de Pere Mir?

El doctor Baselga, que fuera director médico del Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York, dijo de él que era "el más ilustre patrón de las ciencias de Cataluña". Y Andreu Mas-Colell, eterno aspirante al No

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El doctor Baselga, que fuera director médico del Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York, dijo de él que era "el más ilustre patrón de las ciencias de Cataluña". Y Andreu Mas-Colell, eterno aspirante al Nobel de Economía, aseguró que "algunas de nuestras mejores instituciones científicas no estarían donde están sin su apoyo". Artur Mas lo condecoró con la Cruz de San Jordi y Carles Puigdemont, igualmente rendido a sus pies, dijo que Cataluña "necesitaba muchos Pere Mir". Hombre controvertido, que levantó una fortuna a través de la empresa Derivados Forestales ("la gran multinacional catalana que no pudo ser", La Vanguardia), que escondió buena parte del dinero logrado en un entramado de sociedades y cuentas en el extranjero, y que vivió 24 años en Suiza, quiso devolver a la tierra que le vio nacer parte de lo que esta le había dado con la Fundación Cellex, desde la que extendido su labor de mecenazgo hacia la investigación biomédica y la asistencia social. Fallecido en marzo de 2017 sin descendencia, los dos hombres más importantes en su vida andan ahora en pleitos: Ángel Surroca, el gestor que hizo grande el Grupo Derivados Forestales, ha presentado una denuncia en la Generalitat contra Jordi Segarra, el hombre de las cuentas personales de Mir y presidente de la Fundación, preguntando qué ha sido de esa fortuna, por qué el dinero y los bienes de Mir no figuran en el activo de la Fundación, un dinero que el citado sitúa entre los 400 y los 600 millones, pero que otras fuentes elevan a "no menos de mil millones". Y no hay tema de conversación que apasione más a los ricos barceloneses que el misterio de esa gran fortuna. Y en voz baja, una sospecha compartida y muy extendida hoy: que ese patrimonio, en todo o en parte, ha servido para financiar el "procés" y mantener el nivel de vida de Puigdemont y su numerosa troupe en Waterloo.

No hay tema de conversación que apasione más a los ricos barceloneses que el misterio de esa gran fortuna. Y en voz baja, una sospecha compartida hoy: que ese patrimonio ha servido para financiar el "procés" y mantener el nivel de vida de Puigdemont y su numerosa troupe en Waterloo

Doctorado en Químicas, tres pasiones orientaron la vida de un hombre inteligente, muy simpático, siempre elegante, miembro del Club Rotario y probablemente masón. La primera, su empeño por pasar desapercibido, huir de los focos y no figurar en ninguna lista de notables. La segunda, su obsesión por subir peldaños en la escala social mediante el viejo sistema de acercarse al sol que más calienta. Nacido en el Maresme, el astro que cambió su vida en los cuarenta fue Josep Pàmias, empresario textil dueño de una pequeña firma llamada Derivados Forestales (DF) y padre de la que terminaría siendo su mujer, Núria Pàmias. Al lado de su suegro, Mir terminará por convertirse en propietario del 100% de DF, dedicada a la fabricación de formol, colas y resinas sintéticas para la industria textil. El segundo golpe de suerte que haría de él un hombre muy rico fue la llegada como gestor del citado Surroca, durante años vicepresidente, consejero delegado y alma mater de DF. De su mano, los beneficios no tardan en aparecer y con ellos toma cuerpo la tercera de las obsesiones de Mir, su interés por esconder el dinero, esa pasión tan catalana que ha consistido siempre en sacar la pasta a Suiza, Andorra en el peor de los casos, y ponerla a buen recaudo de las incertidumbres políticas y las garras de Hacienda. Tras un grave tropiezo con la Brigada de Delitos Monetarios, Mir entra en contacto con un chuleta madrileño que se disponía a matrimoniar con la hija de Gustavo Stroessner, lo que le permite trabar amistad con el dictador paraguayo, que terminaría nombrándole representante de su país ante la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra. Mir paga su peaje: compra una finca en Paraguay y adquiere parte del capital del Banco Comercial Paraguayo. Su aspiración se había hecho realidad: poder fijar su residencia en Suiza –24 años, de 1978 a 2002, con largas estancias en Barcelona, donde mantenía piso abierto- y sacar sin problemas el dinero acumulado en España por valija diplomática.

Y es De la Rosa quien termina por introducir a Mir en el círculo de Jordi Pujol y su familia. El millonario, un perfecto desconocido para el gran público, enlazaba así con el nacionalismo catalán y su insaciable apetito de dinero

La estrecha amistad que traba con Mariano Puig, nacido también en el Maresme y auténtico factótum del grupo perfumero Puig (DF proporcionaba a la firma, y a través del mercado negro, el alcohol etílico esencial para la fabricación de perfumes), le permite presentarse entre la sociedad barcelonesa como "uno de los nuestros". Y a través de su afición a la náutica, nuestro hombre entabla gran relación con José Cusí, el supuesto hermano del Rey Juan Carlos, quien cada vez que se asomaba a Barcelona desde La Zarzuela, en general urgido por perentorios asuntos de bragueta, utilizaba el barco de Mir –Danae I, primero, y más tarde Danae II- en el Club Náutico para acostarse con un variado elenco de señoras y señoritas sin necesidad de dar tres cuartos al pregonero. Eran los años dorados de Javier de la Rosa al frente del grupo KIO, un De la Rosa que desde la Garriga Nogués ya había hecho no pocos favores al emergente ricachón. Y Baqueira Beret, donde todos tienen casas y coinciden y confraternizan con el Monarca. Es precisamente De la Rosa quien un día presenta a Mir a un ejecutivo de cuentas llamado Jordi Segarra que trabajaba en Grand Tibidabo, y se lo recomienda para que le lleve sus cuentas personales. Y es De la Rosa quien termina por introducir a Mir en el círculo de Jordi Pujol y su familia. El millonario, un perfecto desconocido para el gran público, enlazaba así con el nacionalismo catalán y su insaciable apetito de dinero.

El grupo DF crece y se expande y absorbe a otras empresas al ritmo que impone la capacidad de trabajo de Surroca, inversamente proporcional al desinterés creciente por el negocio de su propietario único. Pero a Surroca le sorprende en 2002 el anuncio de que Mir ("mi segundo padre") ha vendido el 45% de DF –propiedad de la luxemburguesa Cellex Chemie AG- a una filial del Banco Sabadell (Pedro es íntimo del presidente Josep Oliu y más aun de Juan Corominas, su antecesor), porque la firma, perfectamente capitalizada, no necesitaba apoyo bancario de ningún tipo. Y ahí se separan los caminos del millonario y de su más fiel colaborador y amigo. Meses después, Pere Mir crea la Fundación Privada Cellex y la dota con los fondos procedentes de la venta de ese 45%. Más sonado sería el anuncio, mayo de 2006, de que Ercros se hacía con el 100% de DF, mediante un canje de participaciones de Bidsa (filial de Sabadell) y Cellex Chemie por títulos de Ercros. La operación, financiada íntegramente por el Sabadell, tenía difícil lectura si tenemos en cuenta que el pez chico, Ercros –presidida por Antonio Zabalza, ex secretario de Estado de Hacienda con Felipe González-, que perdía dinero y estaba al borde de la suspensión de pagos, se come al pez gordo.

Tras recibir la inquietante visita de un cáncer de próstata que supera, Mir pone la gestión de su fortuna en manos de un Jordi Segarra que a partir de entonces se convierte en su mano derecha. En efecto, el nacionalista Segarra preside las dos Fundaciones del magnate (la ya citada, Cellex, y la Fundación Pere Mir para la asistencia social), controla Cellex Chemie AG, que será absorbida en 2014 por Pinar SA, también con sede en Luxemburgo, de modo que desde 2006 maneja el patrimonio exterior de Mir (muy acrecido por el cobro durante más de 20 años de royalties –DF llegó a tener registradas más de 200 patentes- y por una serie de operaciones financieras en Wall St. y otras bolsas) a través de una red de empresas en Luxemburgo, Islas Vírgenes y Panamá, así como cuentas bancarias en Andorra, Reino Unido y Suiza, además de diversas propiedades e inversiones. Para entonces, Pedro Mir, centrado ya en su labor de mecenazgo en la investigación biomédica, se ha convertido en un hombre más halagado que respetado por el nacionalismo, ante el que ni Mas ni su sucesor, Puigdemont, escatiman elogiosas referencias.

Tras recibir la inquietante visita de un cáncer de próstata que supera, Mir pone la gestión de su fortuna en manos de un Jordi Segarra que a partir de entonces se convierte en su mano derecha

El magnate fallece el 10 de marzo de 2017, a los 97 años. En mayo de 2011, Mir y su esposa otorgan testamento ante el notario Xavier Roca Ferrer, documento que revocan ante el mismo fedatario en junio de 2013. Pero, oh sorpresa, en enero de 2017, dos meses antes de morir y en unas condiciones físicas muy precarias, el matrimonio comparece ante el mismo Roca Ferrer para declarar vigente el testamento y pacto sucesorio que habían revocado en junio de 2013, introduciendo además una modificación sustancial al designar albaceas testamentarios al citado Segarra, a José Tabernero, Jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona y director del Vall d'Hebron Instituto de Oncología (VHIO), además de director médico del Instituto Oncológico Baselga (IOB) y miembro del Grupo Quirón Salud, una eminencia internacionalmente reconocida en su campo, que se convertirá en médico personal de Mir, y a José F. Capellas, un abogado domiciliado en Andorra y famoso entre los ricos del lugar por sus trapicheos entre el Principado y Barcelona, que ya figuraba como administrador de una de las sociedades de Mir en Panamá.

El 6 de marzo de este año, el abogado Josep Cruanyes, en nombre y representación de Ángel Surroca, presenta una denuncia ante el Servicio de Supervisión y Protectorado de Fundaciones, dependiente del Departamento de Justicia de la Generalidad, solicitando la apertura de una investigación oficial que aclare si los albaceas han cumplido las últimas voluntades del matrimonio Mir-Pàmias (Núria falleció 17 meses después, en agosto de 2018), puesto que "todas las manifestaciones hechas antes de su muerte y los actos que realizó indicaban que, al no tener descendientes, dejaría todo su patrimonio a las fundaciones para que regresara a la sociedad", y existen serias dudas de que hayan cumplido esa voluntad. Conviene aclarar que nadie ha podido acceder al testamento, ni siquiera las sobrinas de Núria, Cristina y María Teresa Pàmias Vilacoro, a quienes se les ha otorgado "una cantidad vitalicia -14.000 euros mensuales a cada una, a través de la sociedad Simex SL- bajo la condición resolutoria de que no reclamen el testamento ni emprendan ninguna acción legal relacionada con la herencia", asegura Surroca en su denuncia. Más llamativo aún es el secretismo que rodeó la muerte de Mir, que certificó el doctor Tabernero, y que, según el mismo Surroca, se ocultó a la viuda y a sus sobrinas "que no pudieron ni velarlo, ya que el cuerpo fue llevado directamente a la funeraria e incinerado en cuanto se cumplió el plazo legal establecido".

Surroca detalla una serie de bienes del magnate en Cataluña, Argentina y Suiza, que incluye el legado de la familia de Núria Pàmias, incorporado también a la herencia del matrimonio con destino a las fundaciones. El texto revela un caso concreto de aparente mala praxis por parte de los albaceas. En efecto, en diciembre de 2018, Jordi Segarra, en su calidad de administrador único de Simex SL, hace donación de la mitad indivisa de la finca y garaje sitos en La Pleta, Valle de Arán, al doctor Tabernero (también apoderado de Simex), y de la otra mitad a su esposa, Anna Riera Domenech. Una propiedad valorada a efectos del pago de los impuestos correspondientes en un millón de euros, y una donación que, "si se hace con bienes de los cuales es titular la Fundación Cellex, supone un perjuicio patrimonial claro para esta". La denuncia se pregunta, además, qué ha sido de las joyas de Núria Pàmias, su colección de relojes, su pinacoteca, su biblioteca suiza, los muebles y objetos de valor de los pisos de Barcelona, el barco Danae (36 metros), los diferentes amarres, terrenos en Sant Celoni, etc., propiedades todas que "no aparecen reflejadas en las cuentas ni en las memorias presentadas al Protectorado de la Fundación, ni se han inventariado".

En la memoria correspondiente al ejercicio 2020 presentada al Protectorado, Segarra detalla que, durante el ejercicio 2019, Cellex "fue requerida" a un procedimiento de comprobación e inspección por parte de la AEAT y la Agencia Tributaria de Cataluña, en virtud de la cual "ha sido liquidada por importes que superan sus fondos dotacionales y las disponibilidades de activos a los que tiene acceso". En otras palabras, la Fundación Cellex no puede hacer frente al pago de la liquidación realizada por la AT como resultado de esa inspección. Está arruinada. ¿Qué fue de la fortuna de Pere Mir? ¿Dónde han ido a parar los entre 400 y 600 millones que menciona Surroca, o los mil millones que barajan otras fuentes? "Creemos que el Protectorado debe realizar una investigación que reclame al patronato de la Fundación y a los albaceas tanto el testamento con pacto sucesorio como los inventarios de las herencias del señor Mir y su esposa en favor de la Fundación Cellex", termina el escrito. Y, en efecto, para sorpresa de muchos, la Generalidad ha anunciado la apertura de una investigación tras recibir del Patronato la documentación que le había sido requerida. ¿Cómo ha sido eso posible? ¿Está dispuesta la Generalitat a tirar piedras contra su propio tejado? Tal vez la respuesta esté en que es ERC quien ahora manda en la Plaza de Sant Jaume, y lo ocurrido con la fortuna de Pedro Mir podría ser un obús a utilizar contra Junts y su capo, Puigdemont, en el momento procesal oportuno.

La Generalidad ha anunciado la apertura de una investigación tras recibir del Patronato la documentación que le había sido requerida

Segarra ha tratado de desacreditar las cifras barajadas en torno al capital de Mir asegurando que, a su muerte, "el conjunto de su patrimonio era de unos 40 millones", cantidad que contrasta con los 120 millones donados por Cellex entre 2003 y 2017 a instituciones médicas, hospitales y laboratorios, y los 240 millones en que se vendió Derivados Forestales. Investigaciones en marcha, alguna de ellas en la propia Suiza, sugieren la existencia de un pacto entre Pere Mir y Artur Mas para, con el compromiso de invertir una sustanciosa cantidad en proyectos de investigación en Cataluña, hacer la vista gorda desde la Generalidad permitiendo la salida hacia Luxemburgo de buena parte de los fondos acumulados en Cellex. Curiosamente, en febrero de 2015 Mas admitió haber sabido "desde finales de los años 80" que su padre tenía una cuenta en el vecino Liechtenstein con cerca de dos millones y de la que él y sus hermanos eran beneficiarios, un escándalo que estuvo a punto de cortar en seco la carrera política de este elegante personaje, un tipo "entre corto y pequeño de miras", a quien una fuente cercana a Surraca adjudica la idea de que la fortuna de Mir, fallecido sin descendencia, "bien podría servir para financiar la nació catalana". Las noticias podrían precipitarse. Todo dependerá, no obstante, del resultado final de la batalla que enfrenta a ERC y Junts por la hegemonía política catalana.

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